domingo, 25 de noviembre de 2007

Las representaciones de dios: de la logósfera a la actualidad

INTRODUCCIÓN

“Toda serie de hombres que han vivido a lo largo de tantos siglos debe ser considerada como un mismo hombre que subsiste aún y que aprende continuamente”.

A pesar del constante bombardeo de nuevas tecnologías y descubrimientos, el hombre está conformado por todo aquello que ha forjado a través de la historia, ciertas características y cualidades que, aunque han cambiado con el paso de los años, lo hacen parecerse cada vez más a épocas antiguas, a civilizaciones pasadas.
Las representaciones de dioses datan de millones de años atrás pero aún se presentan como un común denominador en la mayoría de religiones que, posiblemente , por la necesidad de hacerse una idea o de interpretar una deidad los han representado a través de imágenes.
El siguiente análisis busca observar cómo estos procesos continúan dándose a nivel mundial y específicamente en Colombia donde existe un sinnúmero de representaciones iconográficas a las que se rinde culto de manera masiva.

¿Una imagen vale más que mil palabras?

Es muy posible que la imagen pueda llegar a ser un idioma mundial que traspasa las barreras impuestas por el tiempo y las divisiones geográficas. Los constantes descubrimientos históricos de antiguas civilizaciones nos demuestran que, sin importar la cantidad de años, seguimos siendo los mismos, creando, recreando, trasmitiendo, modificando y, sobretodo, idealizando lo desconocido. Desde la antigüedad, el hombre ha creado diversos modos y medios de comunicación, entre ellos, las imágenes. Estas, como representaciones mentales de una cosa, pueden ser el modo por el cual podemos entender y aprehender la realidad que se nos presenta; se instala en la estructura básica del pensamiento, desde ella podemos recrear una realidad e interpretarla como tal, es por este motivo que aún permanecen entre nosotros las interpretaciones de lo intangible, del más allá, de lo divino.

Las tres cesuras mediológicas de la humanidad – Escritura, imprenta, audiovisual-dibujan, para Debray, tres continentes distintos: el ídolo, el arte y lo visual”i . La imagen, sobre todo, la representación tangible de seres intangibles que custodiaban y dominaban la vida de los hombres, ha sufrido un proceso de transformación con el paso de los años. Las antiguas civilizaciones de la logósfera, creaban representaciones gráficas para comprender la existencia de una deidad, pero ¿las representaciones son las mismas en la actualidad?¿ha cambiado su sentido?
Si bien para la era de la logósfera los ídolos eran considerados una imagen inmóvil y enraizada a un solo suelo a una etnia, este concepto cambiaría con la llegada de la grafósfera y la videósfera donde el ídolo se convierte en arte y, finalmente, en un objeto de mercancía y publicidad a nivel mundial. La videósfera hizo que el ídolo, la representación de esos dioses, se abrieran al mundo, dejaran de ser vernáculos y se difundieran por el mundo.

Es necesario establecer la diferencia entre las tres edades de la mirada establecidas por Debray para comprender los cambios en la imagen: la logósfera que corresponde a la era de los ídolos, desde la escritura a la imprenta; la grafósfera que va desde la imprenta a la televisión a color y por último la videósfera que corresponde a la época actual. Es evidente que durante el paso de estos tres momentos de la historia el concepto y valor de las imágenes ha cambiado; si bien el ídolo en la logósfera tenía un carácter netamente religioso, la imagen dotaba cierta protección y salvación, con la grafósfera se convertiría en un arte religioso pero supeditado al poder político y a un control que implantaba el miedo a un Dios furioso, a la conquista de nuevos territorios y la evangelización; en la actualidad la actualidad se convierte casi que en un objeto de popularización y distribución.
Otro aspecto fundamental que ha cambiado es el concepto del creador pues en el régimen del ídolo el creador no existe, es un artesano cualquiera; luego llegaría el reconocimiento al creador, un artista que se desarrolla en una academia y encuentra una forma de vivir a través de la imagen; para la videósfera todos podemos ser artistas y creadores a través de diversos artefactos y máquinas.

LA IMAGEN: INDÍGENAS Y SUS DIOSES

La devoción es un acto de valoración extrema e irracional hacia un ídolo inalcanzable. La imagen es un medio en el cual experimentar la devoción. Los ritos, como ejercicios recurrentes, se constituyen en canales de conexión con la imagen idolatrada. La idolatría no es otra cosa que el resultado del ejercicio recurrente de aproximación, a través del rito, a la imagen y por ende un estado superior.

Las primeras imágenes de dioses creadas desde ibero y Latinoamérica por las culturas Azteca, Inca y Maya, eran de seres antropomofos, fitomorfos, zoomofos. La mayoría de los pueblos aborígenes no solo realizaban imágenes, creaban una cantidad de mitos y rituales con respecto a la creación y el origen de la divinidad. Un ejemplo claro es la cultura Muisca en Colombia. Este pueblo indígena habitó el Altiplano Cundiboyacense, aproximadamente desde el siglo VI a.C. Hasta la conquista española en el siglo XVI. Muchos de los descendientes de esta cultura aún viven en localidades de Bogotá como Suba y Bosa, y en municipios vecinos como Cota, Chía y Sesquilé.

Los mitos muiscas que los jeques o sacerdotes cantaban en las ceremonias, hablaban de un ser supremo llamado Chiminigagua que al principio del tiempo hizo la luz y envió unas aves negras a recorrer el mundo iluminando (creando) cada lugar con su aliento. Para poblar la tierra la madre Bachué habría salido de la laguna de Iguaque con un niño, con quien una vez crecido tuvo centenares de hijos a quienes enseñó preceptos y leyes, hasta que al cabo de los años, convertidos ambos en serpientes, se sumergieron en la laguna de donde habían salido. Otra explicación propone que el cacique de Sogamoso y su sobrino el de Ramiriquí-Tunja hicieron a los demás hombres de tierra amarilla y a las mujeres de una caña, y luego, en el solsticio de diciembre, se transformaron el de Ramiriquí en Sol y el de Sogamoso en Luna, siendo desde entonces objeto de adoración (Pérez de Barradas, 1938).

Los muiscas hacían las ceremonias rituales en las que el cacique de la comarca realizaba con el fin de ofrecer ofrendas, sacrificios e implorar la benevolencia de los dioses en la laguna de Guatavita.

El cacique y los demás destacados miembros de su comitiva real, iniciaban el clásico y obligado ayuno y abstinencia necesarios para la purificación del cuerpo y el alma. Con este período de sacrificios y penitencias los dioses consederían perdón a sus faltas, consuelo en la aflicción y promesas de felicidad para el futuro.

Mientras que el cacique y sus cortesanos se preparan física y espiritualmente para el rito en La Laguna, en el Bohío real se hacen todos los preparativos para el Feliz acontecimiento, sin dejar nada a la improvisación. Hasta el más insignificante detalle se tiene en cuenta. Todo es preparado con cuidado para el ritual.
El pueblo prepara sus mascaras, sus vistosos vestidos y sus mejores adornos para la tan anhelada ceremonia. Al son de flautas, flautines y tambor comienza la procesión hacia el templo o lugar sagrado. La multitud luciendo sus vistosos trajes, siguen el compas de los músicos, entonando oraciones y plegarias.

A medida que la gente va llegando a las santificadas aguas del remanso la van rodeando hasta formar el círculo. A pocos centímetros de la orilla, desciende el soberano de los muiscas y camina hacia la balsa real, para así montarse sobre ella y hacer su viaje, en el cual hace una ofrenda grandísima a la diosa del divino remanso (La Laguna de Guatavita), en donde los rezos son la principal fuente de interacción entre el cacique y la diosa. Cabe mencionar que anterior o paralelo a lo que sucedía en este continente, en Europa también buscaban una representación tangible de sus dioses; Egipto o Grecia, por ejemplo, hacían de la arquitectura.

Anterior o paralelamente a los procesos desarrollados en América, en Europa egipcios y griegos crearon sus propios dioses que se convertían en el centro de su existencia no solo plasmándolos en imágenes, sino también en la arquitectura.
Los Muiscas, al contrario de otros grupos precolombinos, representaron en diferentes animales a sus principales divinidades y situaron al hombre como centro de la naturaleza. El hombre representó la fuerza, el poder, la sabiduría y la prudencia; la mujer, la vida, la fertilidad y la organización. Eran cultivadores y consumidores de coca, tabaco y yopo. Dicho consumo tenía connotaciones religiosas. Los indígenas eran idólatras. Adoraban al Sol a quien llamaban Sue y a la Luna, Chía. Rendían también culto al agua, al arco iris. Su dios principal fue Chimininchagua, quien era el origen de todo y fue quien creó la luz, pues el mundo antes era oscuro. Chibchacum era el dios protector y si se le ofendía, se vengaba.

Celebraban sus fiestas con mucha solemnidad. Las procesiones eran muy concurridas. Los adoratorios más célebres fueron las lagunas de Guatavita, Siecha, Ubaque y Fúquene. En Sogamoso se encontraba el templo del Sol, el principal de los indios chibchas.

Tanto en la religión muisca como en la católica que llegó con la colonización, existe una devoción fervorosa a las imágenes. Los muiscas pedían a sus dioses favores; para que estos favores fueran cumplidos hacían ayunos, rezos y arrepentimientos, esto también lo podemos encontrar en la religión católica, debido a que las personas veneraban o veneran a sus imágenes (virgen de santa marta, virgen del cisne, Divino niño Jesús, Cristo Negro, Señor de Monserrate, etc.) para sentirse más escuchados y así poder poner en pie sus actos de contrición.

Con la llegada de la Conquista a América, la imagen fue portadora de conceptos religiosos y políticos -devocionales y de poder-. . De igual forma no podemos negar que este proceso, en el cual los conceptos y usos de la representación del mundo indígena resistieron, influyeron a los occidentales, fueron sustituidos, destruidos o modificados creando sincretismos que aún en el día de hoy se presentan; la actualidad es realmente una cultura hibrida donde lo antiguo se entrelaza con el presente.

Esta noción de culturas híbridas es trabajada por Néstor García Canclini en su libro Culturas híbridas: estrategias para entrar y salir de la modernidad. En esta obra el autor menciona que entiende por “hibridación" aquellos procesos socioculturales en los que las estructuras o prácticas discretas, que existían en forma separada, se combinan para generar nuevas estructuras, objetos y prácticas” ; el autor indica que "son resultado o que son promovidas por las nuevas tecnologías comunicacionales, por el reordenamiento de lo público y lo privado en el espacio urbano y por la desterritorialización de los procesos simbólicos” . Canclini habla sobre la pérdida del espacio, cuando un lugar específico o costumbre comienza a ser de todo las personas.

La sociedad red, las nuevas identidades, la mutación o hibridación de las culturas, la idea emergente de una conciencia planetaria como uno de los principales móviles de los cambios socio-culturales, el cambio de representaciones sobre temas como el mundo, el planeta, el estado, la nación, el poder, el hombre, la vida, nuestro lugar en el mundo y en el universo, son algunas de las complejidades que enfrenta la antropología en la era de la sociedad de información.
En la sociedad actual las tecnologías están cambiando las prácticas de las personas, las representaciones de las personas, las ideas de las personas, los valores, las identidades, las culturas. Se puede apreciar una tensión entre las tendencias homogenizadoras y comerciales de la globalización, por un lado y al mismo instante apreciar la valoración del arte, informática, como instancias para continuar o renovar las diferencias simbólicas.

Según Canclini, la hibridación es un proceso sociocultural en el que las estructuras o practicas discretas, que existían en forma separada, se combinan para generar nuevas estructuras, objetos y prácticas.

La guerra de las imágenes de Serge Gruzinski muestra un claro panorama del mestizaje de razas, creencias y el cambio de función de la imagen de una necesidad espiritual de indígenas a una que comunicara y evangelizara, para este autor “la imagen es el vehículo de todos los poderes y de todas las resistencias”. Sin embargo, el proceso y la sustitución de las imágenes indígenas por las cristianas no fue un proceso fácil porque era imposible convertirlas en una identidad.
Cabe mencionar que las imágenes no solamente representan las creencias religiosas de un pueblo, sino que a la vez ellas configuran identidades nuevas.

Otro aspecto a consideración es que con la “guerra”, se dio paso a una cristianización de la imagen que hizo a los indígenas adoptar nuevas formas de representación de los cuerpos humanos; un paso de una representación sin una forma humana y que se valía de figuras que representaban la fuerza o el fenómeno natural que encarnaba, a dibujar dios antropomorfos, físicamente iguales a los hombres.

La imagen entonces puede ser considerada una forma de transmisión con un alto grado de significado, suceso que podríamos considerar actual pues esta necesidad de creación de objetos y representaciones pudo haber cambiado en forma y contenido, pero no en el sentido creado desde aquella época.

LA IMAGEN Y NUEVAS RELIGIONES

La pertenencia a organizaciones religiosas no tradicionales ha aumentado considerablemente, al mismo tiempo que se ha manifestado el proceso de secularización y la disminución de miembros en las religiones tradicionales.
Con la llegada del internet y las nuevas tecnologías, los movimientos religiosos se fortalecen. La videósfera ha permitido que existan nuevos medios de propaganda religiosa través de software. Incluso, en la actualidad, existen canales televisivos que predican, curan y emiten ritos religiosos; de igual manera se producen videos, casetes, programas de radio y entre otros que articulan un intercambio de creencias e imágenes de uno a otro lado del mundo.
En la nueva sociedad de la información, la imagen cobra un carácter de identidad global el acceso a la internet permite que las imágenes se desterritorialicen y lleguen a cualquier parte del mundo;
En la actualidad, contrario a lo que sucedió en la logósfera en la que las imágenes pertenecían a un autor y estaban bajo una producción artística, cualquiera puede recrear su propio dios como se lo imagine y darlo a conocer, incluso estas representaciones pueden distribuirse a través de la red o convertirse en productos de consumo: imagen del Niño Dios en camisetas.

COLOMBIA: adoración de imágenes

En Colombia, quizás por los procesos de cristianismo y la misma necesidad de generarse un ser tangible a quien rendirle culto o hacerle súplicas, han generado una cantidad innumerable de representaciones de seres celestiales los cuales se les rinde culto y devoción. Se puede considerar que no ha cambiado en nada en este aspecto lo que sucedía en tiempos indígenas y en la actualidad donde se tiene tanto apego a las imágenes que se considera necesario rendirles culto para obtener beneficios. Entre algunas de ellas encontramos a santa marta, el divino niño, el Cristo negro.

Quizás la imagen más reproducida y emblemática es la del niño Jesús, esta se venera en el barrio 20 de Julio- Bogotá. Miles de peregrinos lo visitan cada domingo para pedir y adorar la imagen del pequeño. Es invocado para tiempos difíciles, en donde según fieles aseguran que si las cosas se piden con fe el nos puede conseguir lo que tanto buscamos. Cada vez que la imagen les concede un milagro, los devotos se encargan de propagar y difundir a más personas la imagen y devoción de Jesús.

Otro ejemplo es el Cristo negro, infundido por el cristianismo, no sigue los patrones impuestos sino que cada vez se encargan de generar un Cristo para cada persona, para cada necesidad. Los cultos al Cristo negro generan polémica entre la Iglesia Católica y los organismos de derechos humanos, que consideran que las penitencias o "mandas" ofrecidas al santo son extremadamente dolorosas, entre ellas recorrer kilómetros de rodillas, quemándose el dorso con velas ofrendadas al santo o recibiendo fuertes azotes.

CONCLUSIONES

Logosfera, grafósfera y videósfera ha sido un amplio recorrido durante el cual las imágenes como representaciones religiosas han formado parte de la vida cotidiana del hombre y su contacto con la divinidad; es evidente que, aunque muchos de los procesos de creación, representación y soporte han cambiado, el hombre sigue siendo en este aspecto similar a aquel que bailaba alrededor del fuego para recibir un beneficio.
Muchos procesos de la actualidad, son similares a los de nuestros antepasados, a pesar de los cambios de la globalización, el internet, el hombre es un híbrido entre el pasado y el hoy; es fruto de ciertos procesos y sentimientos que lo obligan a necesitar un algo tangible que lo socorra y a quien pueda recurrir en los momentos de necesidad.
Durante la logósfera, el hombre representaban la divinidad con figauras antropomorfas, zoomorfas, el ídolo llamaba toda la atención, no tenía que estar perfectamente construido y era un objeto de valor para cualquier miembro de la etnia donde fuera creado. AL entrar la grafósfera, la imagen se desenvolvió como un objeto para sustituir viejas creencias por unas nuevas; ya no se representaban seres monstruosos sino artísticos, hábilmente realizados por artistas que recibían el prestigio de su arte más que la misma imagen, era el artista el ídolo. En la videósfera volvemos a un proceso de desconocimiento del realizador, la obra puede ser portadora de cierta presencia sobrenatural como en la logósfera y puede encontrarse en cualquier lugar.

El resultado de la mezcla entre indígenas y españoles pudo resultar en una hibridación en la que los procesos ritualizados del culto se dirijan a las imágenes que la iglesia impone, sin embargo, el hombre no se basta con aquellas sino que sigue creando cada vez más de acuerdo a sus necesidades.
Además de la adoración de imágenes que predomina en la actualidad, las culturas conservan ciertos ritos o costumbres como la adoración a los templos o centro de adoración, de interacción con un dios donde primero de debe estar libre de pecado para después acceder a la paz purificadora.
Para Debray, en su libro arcaísmo posmoderno, "existe una relación constante entre los factores llamados de progreso y los factores de regresión. La historia de la humanidad se escribe en un libro de contabilidad por partida doble. Cada desequilibrio suscitado por un progreso técnico provoca un reequilibrio étnico; de modo tal que los diversos entrecruzamientos que se observan hoy en día entre la homogenización del mundo y la reivindicación de las diferencias, entre el elemento intelectual y el elemento afectivo, entre el imperativo económico y la necesidad religiosa, etcétera, procederían de un automatismo compensatorio destinado a mantener constante la intensidad relativa de los términos "históricos" y "no históricos".

Es quizás por esto que todo se mantiene, la constante globalización obliga al hombre a buscar en el fondo de su cultura y de su trasmisión algo que lo ate, una prueba de fe, algo en que creer que evita que estas tendencias desaparezcan.



Bibliografía

Debray, Regis. (1994). Vida y muerte de la Imagen. historia de la mirada en occidente. Barcelona:Ed. Paidós Ibérica

Debray, Regis. (1996) El Arcaísmo Posmoderno. Buenos Aires: Manantial.
Gruzinski, Serge (1990). “La guerra de las imágenes / de Cristóbal colón a “Blade Runner”. Fondo de cultura económica.
Specchia, Nelson. (2005). Idolatrías de occidente. Córdoba: Ed. Universidad Católica de Córdoba.